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Las Ordenanzas y los Convenios

Ordenanzas

Una ordenanza es un acto sagrado que se efectúa mediante la autoridad del sacerdocio. Dios ha dispuesto cada ordenanza a fin de enseñar verdades espirituales, con frecuencia, mediante simbolismos.

Algunas ordenanzas son esenciales para la exaltación y se llaman ordenanzas de salvación. Solamente podemos obtener todas las bendiciones que están a nuestro alcance a través de la expiación de Jesucristo si recibimos las ordenanzas de salvación y guardamos los convenios correspondientes. Sin esas ordenanzas de salvación no podemos llegar a ser semejantes a nuestro Padre Celestial ni regresar a vivir en Su presencia eternamente (véase D. y C. 84:20–22). Las ordenanzas de salvación se efectúan bajo la dirección de quienes poseen las llaves del sacerdocio.

La primera ordenanza de salvación del Evangelio es el bautismo por inmersión en agua, efectuado por alguien que tenga la autoridad. El bautismo es necesario para que la persona sea miembro de la Iglesia de Jesucristo y para que entre en el Reino Celestial (véase Juan 3:5).

Después del bautismo, uno o más poseedores del Sacerdocio de Melquisedec confirman a la persona miembro de la Iglesia y confieren sobre esta el don del Espíritu Santo (véase 3 Nefi 27:20). El don del Espíritu Santo no es lo mismo que la influencia del Espíritu Santo. Antes del bautismo, la persona puede sentir la influencia del Espíritu Santo y recibir un testimonio de la verdad. Después de recibir el don del Espíritu Santo, la persona que guarda sus convenios tiene derecho a la compañía constante del Espíritu Santo.

Entre otras ordenanzas de salvación se hallan la ordenación al Sacerdocio de Melquisedec (para los varones), la investidura del templo y el sellamiento en matrimonio. Esas ordenanzas de salvación también pueden efectuarse de forma vicaria en el templo a favor de personas fallecidas. Las ordenanzas vicarias entran en vigor solo cuando las personas fallecidas las aceptan en el mundo de los espíritus y honran los convenios relacionados con dichas ordenanzas.

Otras ordenanzas, como la bendición de los enfermos y la bendición de los niños, también son importantes para nuestro progreso espiritual.

Convenios

Un convenio es un acuerdo sagrado entre Dios y el hombre. Dios establece las condiciones del convenio y nosotros nos comprometemos a hacer lo que Él nos pide. Dios, a Su vez, nos promete ciertas bendiciones por nuestra obediencia (véanse Éxodo 19:5–6D. y C. 82:10). Si no cumplimos con nuestros convenios, no recibiremos las bendiciones prometidas.

Todas las ordenanzas de salvación del sacerdocio incluyen convenios. Por ejemplo, hacemos convenio con el Señor mediante el bautismo (véase Mosíah 18:8–10) y los varones que reciben el Sacerdocio de Melquisedec entran en el juramento y convenio del sacerdocio. Renovamos los convenios que hemos hecho al tomar la Santa Cena.

Concertamos convenios adicionales cuando recibimos las ordenanzas de salvación de la investidura y el sellamiento en matrimonio en el templo. Nos preparamos para participar en las ordenanzas y hacer convenios en el templo al vivir las normas de dignidad que el Señor ha establecido (véase Salmos 24:3–4). Es esencial que seamos dignos de entrar en el templo, puesto que este es literalmente la Casa del Señor. Es el lugar más sagrado de todos los sitios de adoración de la tierra.

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