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La Restauración

Dios ha restaurado Su evangelio en estos últimos días al restablecer Sus verdades, la autoridad del sacerdocio y la Iglesia sobre la tierra. Los profetas de la antigüedad predijeron la restauración del Evangelio de los últimos días (véanse Isaías 29:13–14Hechos 3:19–21).

La Restauración comenzó en 1820. Dios el Padre y Su Hijo Jesucristo se aparecieron a José Smith en respuesta a la oración de este, y lo llamaron para que fuera el Profeta de la Restauración (véase José Smith—Historia 1:15–20). Dios llamó a José Smith para que fuese un testigo en los últimos días del Cristo Viviente. Como el Profeta de la Restauración, José Smith tradujo el Libro de Mormón por el don y el poder de Dios (véase D. y C. 135:3). Junto con la Biblia, el Libro de Mormón testifica de Jesucristo y contiene la plenitud del Evangelio (véase Ezequiel 37:15–17). El Libro de Mormón también es testigo del llamado profético de José Smith y de la veracidad de la Restauración.

Como parte de la Restauración, Dios envió mensajeros angelicales para restaurar el Sacerdocio Aarónico y el Sacerdocio de Melquisedec. Luego mandó que Su Iglesia se organizara de nuevo sobre la tierra el 6 de abril de 1830. Ya que la ha establecido Dios mismo, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es “la única iglesia verdadera y viviente sobre la faz de toda la tierra” (D. y C. 1:30).

La apostasía

A causa de la apostasía, se hizo necesaria la restauración de las verdades de Dios, de la autoridad del sacerdocio y de la Iglesia. La apostasía sucede cuando una o más personas se apartan de las verdades del Evangelio.

Después de la crucifixión del Salvador y de la muerte de Sus apóstoles, muchas personas se apartaron de las verdades que el Salvador había establecido (véase 2 Tesalonicenses 2:1–3). Los principios del Evangelio y algunas partes de las Sagradas Escrituras se corrompieron o extraviaron. Se hicieron modificaciones no autorizadas en la organización de la Iglesia y en las ordenanzas del sacerdocio. Debido a esa iniquidad generalizada, el Señor quitó de la tierra la autoridad y las llaves del sacerdocio. Aunque había muchas personas buenas y sinceras que adoraban a Dios de acuerdo con la luz que tenían y que recibían respuesta a sus oraciones, el mundo quedó sin la revelación divina que se recibe mediante los profetas vivientes. A ese período se le conoce como la Gran Apostasía.

También hay otros períodos de apostasía generalizada que han ocurrido a lo largo de la historia del mundo.

Dispensación

Cuando los hijos de Dios han caído en un estado de apostasía, Él, con amor, les ha tendido una mano al llamar a profetas y dispensar (proporcionar) de nuevo las bendiciones del Evangelio a la gente mediante Sus profetas. Un período de tiempo en el que el Señor revela Sus verdades, Su autoridad del sacerdocio y Sus ordenanzas se denomina dispensación. Se trata de un período en el que el Señor tiene al menos un siervo autorizado sobre la tierra que posee el santo sacerdocio y que tiene la comisión divina de dispensar (declarar) el Evangelio y administrar sus ordenanzas.

Las dispensaciones se corresponden con Adán, Enoc, Noé, Abraham, Moisés, Jesucristo y otras personas. La restauración del Evangelio de los últimos días, el cual el Señor comenzó por medio del profeta José Smith, es parte de ese modelo de dispensaciones.

En cada dispensación, el Señor y Sus profetas han procurado establecer Sión. Sión se refiere al del pueblo del convenio del Señor, son los puros de corazón, unidos en rectitud y que se preocupan el uno por el otro (véase Moisés 7:18). Sión también se refiere al lugar donde viven los puros de corazón.

En la actualidad vivimos en la última dispensación: la dispensación del cumplimiento de los tiempos. Es la única dispensación que no terminará en apostasía. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, con el tiempo, llenará la tierra y permanecerá para siempre (véase Daniel 2:44).

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