Un Testimonio de Fe
La Historia de Alan y David, Contada por su Hermano Jorge
Historias de Éxito


Quisiera compartir una experiencia que transformó la vida de mi familia y, especialmente, la de mis hermanos Alan y David. Como miembro del Sumo Consejo, he tenido muchas oportunidades de ver el poder del Evangelio en acción, pero lo que viví con mis hermanos fue un verdadero milagro.
El año pasado, mientras asistía a las clases de instituto, el director el hermano Carlos Vergara me desafió a invitar a mi hermano menor, Alan, a unirse a nosotros. Al principio, simplemente lo invité a asistir. Lo hice varias veces, pero él siempre encontraba alguna razón para no venir. No estaba seguro de cómo convencerlo, hasta que un día recibí una invitación diferente. En lugar de pedirme que lo invitara de nuevo, se me dijo: “Jorge, trae a tu hermano al instituto hoy mismo”.
Ese cambio en la manera de pensar fue crucial. Ya no se trataba solo de invitarlo; se trataba de actuar con fe y amor para ayudar a Alan a tener una experiencia espiritual. Así que, ese mismo día, fui a buscarlo y lo llevé conmigo al instituto. Alan comenzó a asistir regularmente, y algo hermoso sucedió: también se unió nuestro hermano, David.
Con el tiempo, ambos se involucraron más en las actividades y las enseñanzas del instituto. Su conversión comenzó a profundizarse y, a medida que lo hacía, sus vidas cambiaron radicalmente. En la conferencia de Valdivia del año pasado, Alan y David tomaron la decisión de recibir el Sacerdocio de Melquisedec. Fue un momento lleno de emoción y gratitud para nuestra familia.
Aunque David ya es mayor y no está en edad de misión, Alan sí lo está. Inspirado por el espíritu del instituto y por el amor que sintió allí, Alan decidió prepararse para servir una misión. Este proceso de preparación fue un testimonio para mí de la importancia de la perseverancia y el apoyo familiar. Alan continuó asistiendo fielmente a las clases del instituto y, cuando llegó el momento de abrir su llamamiento misional, organizó un evento especial en la capilla.
Fue un día memorable. Alan invitó a cerca de cincuenta personas, entre jóvenes del instituto, amigos y miembros de nuestra comunidad, para ser testigos del momento en que abriría su llamamiento misional. Cuando leyó que había sido llamado a servir en la Misión Chile La Serena, la emoción fue palpable en la sala. Todos sabíamos cuánto había trabajado para llegar a este punto, y fue una bendición compartir ese momento con él.
Unas semanas más tarde, Alan recibió su investidura en el templo, otro paso importante en su camino espiritual. Junto a David y a mí, fuimos testigos de cómo el Evangelio tiene el poder de transformar vidas. La historia de Alan es un recordatorio de que, con fe, amor y la ayuda del Señor, cualquier cosa es posible.
Historia de: Alan y David
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Coordinador | Carlos Vergara |