La historia de la hermana Andrea Flores comienza en julio del año pasado, cuando llegó al barrio Los Plátanos justo al finalizar las vacaciones de invierno. En ese momento, enfrentó un desafío significativo: no había seminario local donde su hijo pudiera inscribirse. Por lo tanto, su hijo continuó con seminario en San Felipe, su lugar de origen, de manera online. La preocupación de Andrea era evidente: ¿cómo podrían otros jóvenes del barrio participar de seminario si no existía uno? 

La respuesta vino de manera inesperada. Al poco tiempo se su llegada se le llamo como maestra de seminario. Andrea aceptó, aunque con cierto temor. Al principio, solo había cuatro jóvenes inscritos: su hijo, Daisy, Laura y el hijo del obispo José Carlos. Sin embargo, la realidad era que había varios jóvenes que no asistían regularmente. 

Andrea, junto con otros maestros hermano Cristian Toledo y hermano Cristian Flores, decidieron tomar cartas en el asunto. Se dedicaron a contactar a los jóvenes personalmente, hablándoles los domingos y explicándoles la importancia de seminario. Con el apoyo de los misioneros, cada vez que alguien de edad de seminario llegaba al barrio, Andrea se apresuraba a hablar con sus padres para explicarles el programa y motivar su participación. 

La fórmula que encontró Andrea y el equipo de maestros fue simple pero poderosa: fomentar la amistad entre los jóvenes. Gracias a este enfoque, los jóvenes empezaron a preocuparse unos por otros, verificando la ausencia de compañeros y animándolos a asistir. Este espíritu de comunidad y apoyo mutuo se fortaleció con actividades semanales que ellos mismos planificaban, como juegos de mesa y batallas con pistolas Nerf, seguidas de momentos de convivencia con comida.